Antes de que yo pudiera darle una respuesta, la cual la verdad no sabía yo cuál era, ella me empezó a contar la razón por la cual me hizo esa pregunta.
Parece que recién venía de renovar su licencia de conducir en la oficina de tránsito. Cuando la oficial que tomaba los datos, le preguntó cuál era su ocupación, ella no supo qué responder. Al percatarse de esto, la oficial que tomaba los datos le dijo: “A lo que me refiero, explicó la oficial, ¿es a si usted trabaja o es simplemente una …?” “Claro que tengo un trabajo, le contestó, soy una mamá”.
La oficial respondió: “No ponemos mamá como opción, vamos a ponerle ama de casa. “Fue la respuesta enfática de la oficial.
Yo había olvidado por completo la historia, hasta que un día me pasó exactamente lo mismo. La funcionaria era obviamente una mujer de carrera, eficiente, de mucha postura, y tenía un título muy despampanante que decía “Interrogadora Oficial”. “¿Cuál es su ocupación?” me preguntó ella.
Le respondí: “Soy una Investigadora Asociada en el campo del Desarrollo Infantil y Relaciones Humanas.”¿Qué me hizo contestarle esto? No lo sé. Las palabras simplemente salieron de mi boca. “La funcionaria se detuvo, el bolígrafo quedó congelado en el aire, y me miró como si no hubiese escuchado bien. Repetí el título lentamente, haciendo énfasis en las palabras más importantes. Luego, observé asombrada cómo mi pomposo anuncio era escrito en tinta negra en el cuestionario oficial.
“Me permite preguntarle, dijo la funcionaria, con un aire de interés, ¿qué es exactamente lo que hace usted en este campo de investigación?” Con voz calmada y pausada, contesté: “Tengo un programa continuo de investigación (qué madre no lo tiene) en el laboratorio y en el campo (normalmente me hubiera referido a lo anterior como adentro y afuera).
Estoy trabajando para mi maestría (la familia completa) y ya tengo cuatro créditos (todas mis hijas). Por supuesto que el trabajo es uno de los que mayor demanda tiene en el campo de humanidades (¿alguna madre está en desacuerdo?) y usualmente trabajo 14 horas diarias (en realidad como 24).
Pero el trabajo tiene muchos más retos que cualquier trabajo sencillo, y la remuneración es más que solamente económica, también están ligadas al área de la satisfacción personal”. Se podía sentir una creciente nota de respeto en la voz de la funcionaria, mientras completaba el formulario.
Una vez terminado el proceso, se levantó de la silla y personalmente me acompañó a la puerta. Al llegar a casa, emocionada por mi nueva carrera profesional, salieron a recibirme tres de mis asociadas del laboratorio, de 13, 7, y 3 años de edad. Arriba yo podía escuchar a nuestro nuevo modelo experimental en el programa de desarrollo infantil (de 6 meses de edad), probando un nuevo programa de patrón en vocalización. ¡Me sentí triunfante! ¡Le había ganado a la burocracia! Había entrado en los registros oficiales como una persona más distinguida e indispensable para la humanidad que sólo: “una madre más”
La maternidad… carrera más gloriosa. Especialmente cuando no se tiene un título en la puerta.
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